Hasta hace unos pocos meses atrás, Jeannette Jara era una oscura ministra del Trabajo cuya única contribución a los trabajadores fue hacerles más difícil conseguir
un empleo y ello porque no había entendido la implacable ley de la oferta y la demanda. Sorpresivamente, fue presentada como la precandidata presidencial de su partido, el Comunista y poco
tiempo después arroyó electoralmente a la favorita Carolina Tohá, en una pobrísima primaria en que duplicó la votación de aquella. Con este sorprendente resultado comenzó una notoriedad
cuyas derivadas van a producir un cambio fundamental en el escenario político chileno, más allá del ya novedosísimo hecho de que es la primera vez que un candidato de ese partido compite
directamente por la Presidencia de la República.
No creo que nadie haya podido vislumbrar las derivadas que, al correr de los días, se van produciendo a partir de la candidatura de Jeannette Jara. La primera
derivada es el final, al menos temporal si es que no definitivo, de la proyección política de Carolina Tohá. Derrotada contundentemente, la única candidata viable que en el momento tenía el
llamado socialismo democrático provocó, a su vez la final desestabilización de su pareja el ministro de Hacienda Mario Marcel, de manera que ese sector político vio desaparecer bruscamente a dos
de las pocas figuras que podrían hacerle vislumbrar un futuro mejor para sus filas. Como la estruendosa derrota de Carolina Tohá solo demostró que fue traicionada por quienes debieron
apoyarla, todo el episodio produjo una trizadura dentro del espectro que llamamos socialismo democrático que no es otra cosa que la prolongación de los episodios en que este sector ha
desestabilizado a sus mejores promesas de futuros. En esto ha sobresalido el Partido Socialista que lleva muchos años destruyendo desde el interior las posibles figuras nacionales que
asomaron en su momento como fueron los casos de José Miguel Inzulza, Camilo Escalona, y el propio ex Presidente Ricardo Lagos y ahora Carolina Tohá.
Pero no se detuvieron ahí las derivadas de la candidatura presidencial de Jeannette Jara. Para sorpresa de todos, ella explicitó desde el principio una
extraña conversión desde comunista precoz a socialdemócrata de la hora undécima, lo que resulta tan contrastante que de inmediato surgió la tesis de que se trataba solo de un realismo político
que reconocía que un candidato ortodoxamente comunista no tiene posibilidad alguna de ser competitivo a nivel presidencial, de modo que la conclusión era que el contraste solo era un
simulacro. Yo no lo creo, porque suponer que ese simulacro hubiera sido iniciativa del partido, equivaldría a una confesión de que su doctrina no tiene soporte ciudadano y tiene que
disfrazarse para obtener algún resultado efectivo. Suponer eso, sería imputarle al PC una renuncia doctrinal completamente destructiva.
Ahora bien, como candidata, Jara ha resultado muy competente y ha sabido proyectar una imagen de “mamá buena y simpática” que propone la proyección de una nueva
Michelle Bachelet, la que no solo llego dos veces a la Presidencia de la República si no que destruyó a toda figura sobresaliente del socialismo democrático usándolos a todos como trampolín de
sus propias insaciables ansias de poder. Pero las conclusiones de que la transformación de Jara es real, conlleva a derivadas todavía más ondas y trascendentales, como sería la de mostrar,
por primera vez, un quiebre real dentro del PC y pronosticaría una revolución interna de insospechables consecuencias.
Pero ni siquiera aquí se detienen las derivadas de la candidatura de Jeannette Jara porque existe otra muy probable con las cifras de hoy de que paradojalmente sea
ella la que le asegure la presidencia a José Antonio Kast. Como sé que esta es una afirmación estremecedora, deseo fundamentarla con los números para demostrar su alta probabilidad.
Si Jara alcanza una votación de primera vuelta suficientemente alta como para impedir matemáticamente que la oposición obtenga las dos primeras mayorías, aseguraría una segunda vuelta entre el
oficialismo y la oposición en que triunfa esta ultima con cualquiera de sus candidatos. Si eso significa la eliminación de Evelyn Matthei se le habrá facilitado el triunfo final a José
Antonio Kast puesto que el peor escenario de segunda vuelta para este sería competir con Matthei ya que esta podría muy verosímilmente vencerlo en esa instancia.
Estoy seguro que nadie pudo prever esta quinta derivada de la candidatura Jara, que obligaría a toda la izquierda chilena a cargar con el protagonismo del triunfo
final de José Antonio Kast. Ni que decir tiene que, si Jara quedara eliminada en la primera vuelta, la izquierda se quedaría sin postulante a la presidencia, pero podría ser el arbitro que
define, con su votación, cual de las candidaturas de oposición se queda con la corona. En suma, el sorprendente resultado sería que lo que más le conviene políticamente al oficialismo es no
pasar a la segunda vuelta y, en cambio poder influir decisivamente en su resultado. Es un ejemplo típico de las derrotas convertidas en premios de consuelo.
Ni siquiera aquí se detienen las derivadas de Jeannette Jara porque surge la de su propio destino político. Creo que ella es suficientemente inteligente como
para darse cuenta de que si regresa al PC derrotada y con su pelea interna con Jadue y Carmona provocada por ella, su destino político no valdrá ni un peso. Por otra parte si prolonga en el
campo político su independencia y su visión más bien socialdemócrata, tiene grandes posibilidades de ser la nueva Michelle Bachelet.
Orlando Sáenz