Candor y cinismo

 Cuando una persona sensata y razonable escucha un discurso de Gabriel Boric, termina siempre no sabiendo si escucho una conmovedora declaración de candor ignorante o una obra maestra de hipocresía y cinismo.  Es lo que a mi me ha pasado al escuchar el discurso en cadena nacional en que el mandatario, sin rubor alguno, oficia como jefe de campaña de la candidata que asume el continuismo de su gestión, se mete al bolsillo su obligación de abstenerse de intervenir en la campaña presidencial en curso y acusa de irresponsable a un candidato opositor porque anuncia que tendrá un programa para recortar el gasto publico de manera de volver a controlar el equilibrio del presupuesto de gastos del próximo periodo anual. 

 

Lo otro que saca en claro el sorprendido auditor es que ese discurso presidencial que rompe todas las reglas de la prescindencia electoral es que esta hecho para un publico en que ese auditor no está incluido y que se refiere a un país que no es el que él vive diariamente.

 

En verdad se necesita o mucho candor o mucho cinismo para tratar de irresponsable a alguien que se propone corregir lo que él hizo y que muy bien podría contestarle que lo que considera imposible de hacer ahora se arreglaría con solo hacer en sentido inverso lo que él hizo para causar el desastre presupuestario.  El candidato aludido fue demasiado gentil al evitar confrontar al Presidente con la realidad de que cualquiera que ocupe el cargo a continuación va a tener que enfrentar la desastrosa situación económica que será la herencia de su desastroso gobierno y que lo hará tratando de que el costo social del ajuste sea el menor posible, dada las circunstancias. 

 

Creo que yo, como muchos otros, le podríamos indicar al Presidente los varios otros modos como se pueden ahorrar US$6.000 millones y lo podríamos invitar a un solo ejercicio matemático bastante simple.  Si es cierto que él ha elevado el número de empleados públicos a más de un millón, y ello reclutando inútiles generalmente frente amplistas, bastaría eliminar a un 10% para producirle al Estado un ahorro superior al propuesto, ello valorando en US$ 5.000 el costo mensual para el estado de cada uno de estos sinecuristas.   Estoy seguro de que no faltará el chusco que alegue que despedir cien mil empleados públicos le restaría al Estado una capacidad de gestión muy grave, pero la demostración de que eso no es así es que buena parte de los expulsados ha demostrado su inefectividad paseando por el extranjero con licencias médicas brujas y nadie se habría dado cuenta de eso si no fuera por la investigación de oficio que hizo la Contraloría General de la República.

 

Pero, con justa razón y con la responsabilidad de un estadista de verdad, el candidato agredido por el Presidente no debería hacer el ajuste simplemente reversando las medidas con que Boric creo el descalabro presupuestario.  Seguramente lo va a hacer en una forma mucho más eficiente y mucho menos dolorosa porque, a diferencia de Boric y de su coalición de gobierno, le importa Chile más que el griterío informe de su adorada calle.

 

No obstante, todo lo señalado, no se puede negar que la verborrea presidencial tiene un efecto para parte del pueblo chileno.  Ciertamente no hay otra explicación para que Boric conserve del orden de un tercio del electorado aprobando su gestión presidencial.  No existe un solo indicativo de progreso durante sus cuatro años de gobierno, pero así y todo, ese porcentaje nacional (que ni siquiera igualan todos los partidos que apoyaron su gestión) es el peor signo del estado de la nación porque quiere decir que nuestra sociedad ha acumulado un porcentaje de lo que el “estudio de la historia” califica como “proletariado interno”.  Ese proletariado interno es el que preludia la decadencia final de un sistema político y para ello basta con recordar que con un porcentaje inferior a ese se han descompuesto varios imperios del pasado.

 

Es indudable que cuando Boric hace estos discursos solo esta pensando en la proyección de su carrera política y no le importa incluso el daño que le puede causar a lo que dice defender hoy día.  Un caso típico de ello es el apoyo en la asamblea general de la ONU a la candidatura de Michelle Bachelet a esa Secretaria General.  No creo que Boric piense que él será un buen anfitrión de esa candidatura que trata de hacer suya porque sería inconcebible que creyera que en la Casa Blanca de Trump él es una figura popular.  Y debería saber que basta eso para quitarle toda oportunidad de triunfo a la ansiosa candidata.

 

Cuando los partidos políticos que han apoyado al gobierno de Gabriel Boric saquen sus cuentas de lo que han ganado bajo su gobierno, se darán cuenta que el único ganador es el Presidente que todos ellos no han hecho otra cosa que perder prestigio, pagar costos y quemar figuras que podían haber tenido futuro.

 

En cuanto a los discursos de Boric lo mejor es no oírlos porque no están dirigidos a quienes sabemos sumar y se refieren a un país que no es el que habitamos.

 

Orlando Sáenz