El poder del Estado que más que ninguno define el carácter democrático del gobierno no es ni el Ejecutivo ni el Judicial si no que es el de un Poder Legislativo
radicado en un congreso democráticamente electo, de alto nivel intelectual y enmarcado en corrientes de opinión disciplinadas y poderosas por su amplitud y por su estructura. Si
pretendemos llegar a tener un gobierno capaz de encaminar al país a un verdadero progreso tanto económico como social, tenemos que corregir profundamente las reglas de elección del congreso
bicameral al que confiaremos la vital función de hacer del Poder Ejecutivo un cuerpo verdaderamente operante, esencialmente democrático y al servicio de todo el pueblo chileno. Para lograr
ese propósito es esencial comprender las graves fallas de nuestro actual sistema de elección parlamentaria que han dado por resultado un poder legislativo difuso, de muy baja calidad y de
apreciación popular denigrante.
Hay quienes defienden el actual sistema electoral sin reparar en sus tremendos tres defectos fundamentales: su elección antidemocrática, su falta de calidad en los
designados y su fraccionamiento que dificulta enormemente los acuerdos amplios.
El actual sistema es tan antidemocrático que, por ejemplo, hay senadores que son electos con menos votos que los que se requieren para ser electo concejal en alguna
comuna muy populosa, y ello a causa de una obsesión descentralizadora buscada por la forma equivocada. En cuanto a la calidad de los electos, las reglas actuales permiten la llegada al
congreso de personas absolutamente carentes de categoría intelectual para ejercer la función legislativa. En cuanto al fraccionamiento que dificulta los acuerdos esenciales en el rodaje
democrático, las actuales disposiciones alientan la existencia de micro partidos que no tienen justificación ni por sus proyectos ni por sus envergaduras.
Para solucionar estos graves defectos y lograr mayor democracia, mayor calidad y menor dispersión, usaremos un sistema electoral como se describe a
continuación: cada cuatro años habrá elecciones simultáneas en que se elegirán el presidente de la República, 50 senadores y 150 diputados en dos jornadas separadas por un mes. En la
primera jornada, los electores votarán por los candidatos a presidente de la República y por listas de parlamentarios propuestos por los distintos partidos, pactos entre partidos y listas de
posibles independientes o movimientos. Para esa votación de listas, cada una habrá explicitada a nivel nacional cuáles son sus candidatos a senadores y a diputados. La votación total
lograda por cada lista, determinará el número de senadores y diputados que esa lista elegirá y el cálculo se hace de la siguiente manera: el total de votos emitidos marcando preferencia de lista
será dividido por 50 y también por 150 y sus resultados determinarán el número de senadores y diputados que cada lista podrá elegir. En la segunda jornada, un mes después, se votará por
candidatos individuales pero cada lista solo presentará el doble de los nombres de senadores que puede elegir según el cálculo anterior y el doble de los diputados que puede elegir según ese
mismo cálculo. Resultarán electos los candidatos individuales votados en cada una de las listas y determinados en su número por el cálculo anteriormente señalado.
Para explicar mejor el sistema, lo ejemplarizaremos con números redondos para facilitar el ejemplo si en la primera elección se emitieron 10 millones de votos
marcando preferencias de lista, las cifras repartidoras serán de 10 millones divididos por 50 igual a 200 mil y 10 millones divididos en 150 igual 66.667. De esa manera, si una lista
hubiera obtenido un millón de votos, tendrá derecho a elegir 5 senadores y 15 diputados. Al mes siguiente, el tal partido concurrirá con una lista de 10 candidatos a senador y 30 candidatos
a diputados que en su total recibieran un cierto número de votos que no tiene porque ser igual al millón recibido por la lista un mes antes, pero que designará senadores a las cinco mayores
votaciones que reciba y designara a 15 diputados que serán los más votados de su lista de 30.
En cuanto a la elección simultanea de candidatos presidenciales, las dos primeras mayorías votadas en la primera elección pasarán a la segunda votación, un mes más
tarde, en que se elegirá al ganador como nuevo presidente de la República.
De esa manera, el voto de cada elector valdrá igual independiente de su posición geográfica y sin cupos especiales para nadie, de modo que los elegidos lo habrán
sido en la forma más democrática que es posible.
En cuanto a la calidad, para ser candidato a diputado se deberá cumplir con los siguientes requisitos: mayor de 35 años nacido en Chile y titulado en una
universidad y en una carrera reconocidas por el Ministerio de Educación por su calidad. Para ser senador y/o presidente de la Republica los requisitos serán de 40 años de edad y titulo
universitario completo y acreditado.
En cuanto a las elecciones de gobernadores, alcaldes y concejales, las elecciones serán cada cuatro años en fechas intermedias a las generales y con las mismas
reglas actuales, pero con la advertencia de que el cargo de concejal municipal será ad – honoren y con la sola obligación de asistir a las sesiones del consejo municipal. Hemos ocupado los
nombres de presidente, senadores, diputados, gobernadores, alcaldes y concejales en su expresión masculina, pero eso es ciertamente es por razones de economía de palabras y ciertamente que
incluye a todas las candidatas del sexo femenino que pudieran estar incluidas en las listas. Al nivel de resultados, no habrá regla alguna de paridad de género porque consideramos que
porque esa paridad corresponde practicarla por las listas de candidatos que presentan. Nunca se puede olvidar que la mitad de los votantes en Chile son mujeres y que, por lo tanto, tienen
todo el derecho y el camino abierto para practicar todo el feminismo que pudieran desear.
Orlando Sáenz