Política descriteriada

La política chilena abunda, cada vez más, en episodios que me han terminado de convencer de que el sentido común no existe para los poderes del Estado.  Enumerar las cosas que en Chile se deciden con estricto olvido a lo que indica el sentido común sería tarea interminable, pero ahora está en etapa resolutiva algo que rompe todos los récords como es la recomendación que le hace al Poder Ejecutivo una comisión que trabajo más de dos años en proponer una solución al llamado conflicto mapuche.

Cuesta comprender como gente que se supone preparada e inteligente termina un trabajo que, partiendo de un diagnóstico completamente equivocado del problema, termina en proposiciones no solo descabelladas si no que imposibles e injustas al punto de parecer ofensivas para quien medite un poco en ellas. 

Las conclusiones más “revolucionarias” es la determinación de una deuda histórica de varios miles de millones de dólares para entregarles tierras compensatorias a un supuesto pueblo distinto del chileno que ha sido damnificado a lo largo de toda la historia de la República de Chile.  ¿Es que esos ocho señores a los que se les ha pagado durante dos años para recomendar algo cuerdo pretende que el pobre Moya, agobiado por el estancamiento y la corrupción publica, cargue con otros miles de millones de dólares de deuda publica por el invento de una deuda cuya única generadora ha sido la maquina inexorable de destrucción de pueblos que es la historia?  La otra recomendación para que los ocho se sientan orgullosos es la de la indemnización a las víctimas de las violencias en la región, la que, naturalmente ha sido obra del mismo pueblo al que se quiere indemnizar aparte.  ¿No hay nadie de esa comisión que no se de cuenta que igual derecho de indemnización tendrían todos los que han sido víctima de la violencia criminal a lo largo de Chile? ¿Es que ser asesinado en la Araucanía es mejor negocio que serlo en Antofagasta o en La Pintana?  Todas esas muertes son fruto de un único culpable que es la abdicación del estado a garantizar la seguridad de los chilenos y el imperio de la ley en todo el territorio.

Cuesta entender como gente con los curriculums de los integrantes de esa comisión recomienden que todos los chilenos paguemos la obra de la delincuencia mapuche y de la de todos los criminales sueltos que circulan por el país y que en su gran proporción son bandas de extranjeros. ¿Es que se les olvidó que el estado no produce nada y que todo lo que gasta proviene del desgraciado Moya que somos todos los que estamos siendo estafados por un contrato social que no cumplen los poderes públicos? 

Es cuestión de estudiar un poco de historia para concluir que: 1)El llamado pueblo mapuche es el resto no mestizado de una cultura que murió hace quinientos años por su choque con una cultura superior que la invadió; 2) La única solución que muestra la historia de miles de casos iguales es que se tomen medidas para facilitar y acelerar el mestizaje que comenzó justamente hace cinco siglos y que ya ha arrancado de su miseria  a la gran mayoría de lo que fue ese pueblo; 3) Y la solución pasa por educación, modernización de las técnicas de producción agrícola e industrial, eliminación de toda discriminación hacia los individuos que componen todavía ese resto fósil, para tratarlos como chilenos con los mismos derechos y deberes que todos los demás; 4) El caso de los mapuches y de los otros llamados pueblos ancestrales no es original de Chile si no que existen en todas partes del mundo y ha existido a lo largo de toda la historia.  Una forma entretenida de invertir un tiempecito de relajo es el de divertirnos poniéndonos a imaginar qué pasaría si las recomendaciones de esta comisión se aplicaran en Estados Unidos, por ejemplo, y hubiera que calcular la indemnización que las trece colonias que fundaron el Estado norteamericano tendrían que pagarle a los restos de las tribus indígenas que habitaban todo el territorio al oeste de los Apalaches.  Y ello porque esas tribus eran exactamente lo mismo que los pueblos originarios que habitaban el territorio nacional antes de Cristóbal Colon.  Esa divertida actividad imaginativa nos llevaría a comprender que somos afortunados de que nuestros pueblos originarios decapitados por la invasión europea no hayan tenido culturas más avanzadas porque si hay algunos países de América Latina en que el problema de la asimilación es muchísimo más arduo que el nuestro, son aquellos en que la cultura precolombina estaba muy desarrollada, como es el caso de México y del Perú y sus vecinos al norte.

En todo caso, el trabajo de esta comisión que pasará a la historia por su inconsecuencia genera el peligro de que se la tomen enserio autoridades y sectores políticos que, en su pueril ignorancia y cegueras ideológicas, todavía crean en que, como dice el dicho popular, “se amarran perros con longanizas”.

Si queremos un Chile mejor tenemos que empezar por situarnos realistamente en el mundo actual y en el lugar de la historia que nos ha correspondido ocupar.

Orlando Sáenz