EL FACTOR BACHELET

El derrumbe de Chile en poco más de diez años, desde ser un país en las puertas del desarrollo a ser el escombro que hoy día es, será tema de estudio para las siguientes generaciones y no solo de las chilenas.  Entonces vendrán fundados y serenos análisis sobre la crisis social de 2019, del desarrollo del llamado octubrismo, del irresponsable proceso constitucional con que fue aplacado, de la pandemia, el acceso al poder del extremismo de izquierda y el rotundo fracaso para gestar una nueva constitución capaz de atender a las urgencias sociales.  Solo entonces, cuando se escriban los tratados sobre “Como destruir un país prospero con la politiquería”, se comprenderá la importancia que en todo esto ha tenido el factor Bachelet y su eterna campaña electoral.

Cuando Ricardo Lagos puso fin a su gran gobierno entre 2000 y 2006, cometió el terrible error de facilitar la campaña presidencial de Michelle Bachelet.  Pese a su enorme capacidad como estadista, no fue capaz de prever las consecuencias de lo que estaba haciendo.  Su pupila, a la que había convertido en figura nacional a través del inédito paso de nombrarla Ministra de Defensa pese a que las Fuerzas Armadas habían eliminado a su propio padre, se convertiría en la eterna candidata de la izquierda en los siguientes más de dos decenios, que destruiría su propia proyección política cuando todavía estaba en el apogeo de sus condiciones, que sería la que repudiaría y desvalorizaría la obra señera de la Concertación de Partidos por la Democracia, que sería la forjadora del Frente Amplio y que sería la madrina del gobierno ultraizquierdista de Gabriel Boric.

Las intrigas de Bachelet para mantenerse a la expectativa del poder, no solo tuvieron los efectos que hoy vemos si no que, en el camino, quebró la gobernabilidad que se había conseguido con una Izquierda Democrática cuyo eje era la alianza entre el Partido Socialista y el Demócrata Cristiano.  La forzada y antinatural alianza de aquella con la ultraizquierda y el PC, destrozó al centro político, devaluó a los partidos de la ex Concertación y le entregó finalmente el poder al PC y al Frente Amplio.   En esa trayectoria, el camino de Bachelet está sembrado de cadáveres políticos, como el de Insulza, como el de Camilo Escalona, como el del propio Ricardo Lagos.

¿Qué es Bachelet políticamente hablando?  Su ideología es completamente difusa y difícil de precisar.  Se formó en los riñones del comunismo más extremo, como fue el de la República Democrática Alemana, el único régimen que fue incluso más represivo que el de la Unión Soviética.  Fue por largo tiempo Comisaria de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos a pesar de sus antecedentes, instaló en la cabecera de su partido PS a quienes lo han convertido en vagón de cola del PC.  Se ha entendido con todo el espectro político chileno cuando las circunstancias le mostraron que ese era el camino más fácil.  Lo único que se puede sacar por conclusión de está tortuosa trayectoria es el de una enorme capacidad para moverse políticamente de modo de estar siempre presente y siempre en primera fila.

Ahora prepara su tercera aventura electoral y las circunstancias le son particularmente favorables.  Lo que queda de la Izquierda Democrática no tiene ninguna figura capaz de vencer en una primaria al pre candidato comunista que seguramente  será Camila Vallejo, y la única que puede generar un consenso para candidata única de la izquierda es ella, porque saben que llevar a la elección a dos candidatos sería extremadamente peligroso dado el estado actual de la opinión pública y el tremendo desgaste de los partidos que apoyan al peor gobierno de la historia como es el de Boric.  En ese escenario, ella hará lo de siempre: dejarse querer y rogar hasta el último momento para así facilitar sus exigencias.   En suma, la izquierda tiene que resolver con dos condiciones inamovibles: le entregaría el triunfo electoral a la derecha si va a la elección dividida y no puede ir con un candidato único comunista porque sería un verdadero suicidio.

Sin embargo, Bachelet puede estar cometiendo el primer gran error político de su vida.  Apoyó decididamente  el proyecto constitucional de la circense convención con que la extrema izquierda pretendió ganarse una revolución legal en Chile, y eso ha desnudado su propio extremismo.  Está apoyando ostensiblemente al fracasante gobierno de Boric, tal vez con la esperanza de darle un rumbo que lleve su nombre.  Por todo eso, ella sería una capa roja ante el toro de la opinión pública que solo desea soluciones sensatas para la angustiante situación actual.  Ante ese panorama, la Bachelet correría el riesgo de terminar derrotada en una magnitud que ha sido inusual en su trayectoria.  Solo entonces, humillada ante presuntamente Evelyn Matthei o, peor aún, quedando fuera de la segunda vuelta incluso ante dos candidaturas distintas de la derecha. 

Eso sería una forma muy traumática de hacer desaparecer el factor Bachelet.

Orlando Sáenz