Más que un error

Durante los largos decenios de la Guerra Fría, fueron cientos los secretos militares, científicos y tecnológicos que le revelaron a la Unión Soviética los comunistas que desempeñaban cargos sensibles en los aparatos administrativos de las democracias occidentales.  Tal vez en todo conflicto internacional registrado en la historia hayan existido individuos que, por una u otra razón, simpatizaban más con el enemigo que con sus propios compatriotas, pero nunca antes esa actividad quintacolumnista tuvo la intensidad, el volumen y la importancia que alcanzó en esta sorda confrontación que condicionó casi un siglo completo del registro humano.  Y, ¿por qué ocurrió así?  La respuesta es simple, pero muy profunda: porque la Guerra Fría fue principalmente un conflicto ideológico que puso a modelos de sociedad completamente opuestos el uno frente al otro.  Y las ideologías que se enfrentaron, estuvieron respaldadas por doctrinas integrales que tienen la fuerza de adicción de verdaderas religiones con fundamentos metafísicos.  Todos sabemos que, para un verdadero comunista, la lealtad con el camarada, aunque esté al otro lado del mundo, es mucho más fuerte que con cualquier compatriota, cualquier aliado político circunstancial, cualquier régimen en el poder.  Habría que retroceder hasta la confrontación entre el Islam y el mundo cristiano, a partir del siglo VII, para encontrar un enfrentamiento de esas características.


Cuando el mundo libre comprendió la potencia de ese vínculo, inició con todas sus fuerzas la lucha contra los llamados “topos”, o sea contra los comunistas, declarados o encubiertos, que podían estar desempeñando cargos sensibles en sus propios aparatos de seguridad y gobierno, todo ello bajo el acertado diagnóstico de que toda información que pueda conocer uno de ellos, debe presumirse que será finalmente conocida por el enemigo.  Se puede asegurar que de esa guerra, sucia y sorda, surgieron las estructuras de investigación y de contraespionaje en el grado de perfección que hoy tienen, llámense FBI, CIA, DGSE, M5, etc.  Durante esa lucha, que en algunos casos alcanzó la irracionalidad de una paranoia, (como la era del Macartismo en Estados Unidos), se desarrolló también una colaboración silenciosa, pero muy amplia y efectiva, entre los servicios de inteligencia de las potencias occidentales y los de países democráticos como eran entonces los latino - americanos.  No solo compartieron informaciones, sino que también entrenamientos, tecnologías, y advertencias para enfrentar a los grupos subversivos internos. Un buen ejemplo de ese tipo de colaboración, fue el que le permitió a Chile incautarse de envíos de armas desde Cuba a los violentistas nacionales. 


Terminada la Guerra Fría, la situación se ha prolongado porque el marxismo sigue vivo y porque ha derivado en el fomento de muchos otros movimientos subversivos que afligen a los países del llamado tercer mundo.  La mejor demostración de que esa guerra contra los “topos” sigue vigente, es la absoluta eliminación de elementos comunistas en los aparatos de defensa y de mantención del orden público que se ha practicado en todas las democracias occidentales hasta el día de hoy.  Esto es tan así, que a partir del día 11 de marzo, Chile habrá ingresado al exclusivo club de los Records de Guinness, por ser el primer país democrático que nombra comunistas en sus aparatos de defensa y de contraespionaje, y ello porque el Presidente Electo Boric nominó a una comunista en el máximo nivel de la Moneda misma y a otro en el más alto nivel del Ministerio de Defensa.  Me atrevo a asegurar que en todos estos últimos decenios, no se produjo ningún nombramiento similar en los países que buscan en la democracia representativa el modelo de sociedad que desean.


Es necesario hacer notar que Chile romperá ese record no solo en forma absoluta, sino que lo hará en circunstancias propias particularmente enconadas.  Desde que se restauró la democracia en 1990, el Partido Comunista chileno ha asumido la bandera de defensa de los derechos humanos sin aceptar que su horroroso pasado lo descalificaba para eso.  Lo hizo porque ese tema es muy sensible en el país y especialmente entre los sectores donde encuentra su mejor área de expansión.  Para ello, ha desatado décadas de persecución a los militares que participaron, directa o indirectamente, en la represión de los años de la dictadura.  Para lograr los fines que se proponía, no trepidó en fomentar aberraciones jurídicas, como la de considerar secuestro permanente a la desaparición de personas y el desconocimiento del elemental axioma de la obediencia debida que existe en las estructuras militares de todo el mundo,   y todo eso para posibilitar seguir mandando militares a la cárcel medio siglo después de los hechos imputados.  Naturalmente, esa estrategia le ha permitido al PC grandes avances a nivel de apoyos populares, pero ha creado un abismo de odio y resentimiento entre el mundo militar y sus huestes.  Ese factor trasforma los nombramientos aludidos en algo mucho peor que la temeridad.


Ahora bien, no se puede descartar la posibilidad de que los comunistas nombrados sean tales que no funcionen como “topos” en beneficio de los grupos subversivos que probadamente han sido apoyados, ideológica y materialmente, por el PC en las últimas décadas.  Pero el solo hecho de ser comunistas de fila, hará correr la desconfianza no solo a nivel nacional sino que también a nivel internacional.  Estoy seguro que, con un comunista en la primera fila del Ministerio de Defensa, Chile quedará completamente excluido de ese discreto club de las informaciones de inteligencia que son el mayor escudo de protección del mundo democrático.  Y ello, para no mencionar el efecto interno que le asegura al próximo gobierno un peligroso grado de desafección en el interior de estructuras muy fundamentales para su estabilidad.


Por todo lo señalado, pienso que el anuncio de estos dos nombramientos constituye el primer gran error de la nueva administración.  El que lo cometa, incluso antes de llegar a la Moneda, no hace más que convertir el error en irresponsabilidad.  La “petite histoire” afirma que, cuando Talleyrand se enteró del fusilamiento del duque de Enghien por orden de Napoleón, exclamó: “¡Es peor que un crimen, es un error!”.  Si hoy viviera, al conocer los nombramientos que comento, tal vez exclamaría “¡Es más que un error, es una estupidez!”.


Orlando Sáenz Rojas  


Nota: La invasión de Ucrania por parte de la Rusia de Putin, como muy menos marcará el inicio de una nueva Guerra Fría.  Ya los comunistas de todo el mundo están adhiriendo a esa agresión, lo que redundará en su aislamiento en todas partes del resto del mundo, agravado por el universal rechazo que la agresión ha provocado.  En estas nuevas condiciones, los nombramientos que comento adquieren la característica de lesión a los intereses del nuestro país y serán un barómetro para medir la influencia del PC en el nuevo gobierno.

Orlando Sáenz