EL HOMBRE DE LAS MIL CARAS

Leyendo lo que el Presidente Boric le dijo a los empresarios canadienses y norteamericanos con que se contactó en su viaje reciente, se me vino a la cabeza una extraordinaria película china sobre un artista deambulante que, cambiándose de caretas, era capaz de representar a diversos personajes con una verosimilitud verdaderamente prodigiosa.  ¿Cuál de todos esos personajes era el chino de la realidad?  ¿Cuál de los Boric es el que gobierna Chile?  ¿El del discurso de diputado hace apenas unos meses?  ¿El del discurso de candidato de primera vuelta?  ¿El del discurso del candidato de  segunda vuelta?  ¿El que ha hablado públicamente en calidad de tal en las pocas semanas que lleva en la Moneda? ¿El que se mostró a los empresarios canadienses y norteamericanos? Creo firmemente que descubrir detrás de cuál de esas máscaras está el verdadero Boric será la tarea de Chile en los próximos meses.  


Los individuos de múltiples caras no son raros en Chile, pero nunca habíamos tenido uno así en la presidencia de la República y, por eso, el descubrir al verdadero Boric es muy trascendente.  Pero existe una receta infalible para hacerlo, que es no mirar lo que dicen las caras si no que observar lo que hacen las manos, y esa es la que le propongo a mis compatriotas.


Hay algunas pistas a seguir.  Todos sabemos que el sector más influyente en él es el Partido Comunista, que es el más predecible de todos los que existen en Chile.  Si ese PC apoya, o siquiera no censura, lo que, por ejemplo, le está garantizando Boric al empresariado internacional, será una señal indisimulable de que ese discurso es lo que en buen chileno se llama un “tongo”.  Y eso, por la simple razón de que la religión que es el marxismo jamás podría entregar las garantías que ofreció Boric a toda la inversión del capitalismo internacional en Chile.   Si tal ocurriera, es señal de que Boric no es otra cosa que el Valium que creen necesario para aprobar el mamarracho constitucional que están a punto de terminar de parir.  Y es un buen valium, como ya ha demostrado.


De esa manera, los próximos meses nos traerán la respuesta de cuál es el verdadero Boric y podremos saber cuál símil histórico será su compañera de fama.  Si es el Valium, su símil será Kerensky, al que hoy día solo recuerdan los especialistas en historia rusa porque, tras entregarle el país a los comunistas, se acogió al piadoso velo del olvido. Si, por el contrario, el discurso norteamericano de Boric es verdadero y lo implementa, su pareja histórica será don Gabriel Gonzalez Videla, que envió al partido comunista a veranear en Pisagua y, además, lo colocó fuera de la ley.  Claro que, en ese escenario, tendrá que ser una Pisagua grande porque debería  acoger a buena parte del Frente Amplio para que Walmart, Coca Cola,  Microsoft, etc., terminaron tomándose enserio el proselitismo hipercapitalista de Boric.


Un tercer escenario es todavía posible.  Podría ser que, por una iluminación prodigiosa del cerebro, los comunistas, frentistas y atristas se hubieran convertido en neoliberales y estuvieran callados porque en verdad respaldan el show norteamericano de Boric.  En ese caso, su par en la historia sería Deng Xiaoping, que mandó a un museo al genocida Mao Zedong e inventó, con aparente pleno apoyo del PC chino, el comunismo hipercapitalista.  En este seductor último caso, al espectáculo agregaríamos nosotros el de un presidente que sin ningún apoyo político tiene que seguir por tres años más prisionero de la Moneda.  Y,  en esa subversión, el presidente Boric adquiriría un interesante parecido con Sebastián Piñera.


Por cierto que este tercer escenario es altamente improbable.  El PC chileno es el más ortodoxo de los huérfanos de extinto PC soviético y verlo apoyando a un régimen neocapitalista sería tan singular como ver a un católico cocinando ostias.  Y ello para no mencionar la suerte que tendrían que darle a fulanos como Jadue o Gutiérrez.  


Puede ser que cualquiera de estos escenarios sea entretenido de observar desde un palco, pero ese palco no existe porque la suerte de Chile está de por medio y va a recoger un tiempo muy difícil cualquiera que sea el verdadero Boric detrás de alguna de sus varias mascaras. En el trasfondo de todos estos escenarios está una nueva versión del choque entre dos teorías marxistas que no han cesado de chocar durante más de medio siglo: la que asegura que el socialismo solo es alcanzable mediante una resolución, como fue la tesis eterna de Fidel Castro, o existe la vía institucionalizada de Salvador Allende, que la bautizó como “con empanadas y vino tinto”.  Desde sus respectivas tumbas le gritan a Boric “las revoluciones se hacen y no se cacarean” o “es mejor la vaselina que el fusil”.



Al fin y al cabo, los únicos que podemos mirar el escenario de la tragicomedia con cierta tranquilidad, somos aquellos que tenemos grandes posibilidades de no alcanzar a ver si era un sainete o una tragedia.


Orlando Sáenz